viernes, 7 de octubre de 2011

5 MESES DE MOVILIZACIÓN ESTUDIANTIL. EL MOVIMIENTO Y LA LUCHA DE CLASES.


“Burgueses, burgueses tiemblen de miedo
Porque está en la calle el hijo del obrero.”
Cántico estudiantil de las últimas marchas.

Comúnmente se entiende y se dice que la contradicción principal dentro de la sociedad es la contradicción entre capital y trabajo, es decir entre burgueses y proletarios. Dentro de esta medida y moviéndose más por manuales que por el análisis de la realidad concreta es que algunos han considerado al movimiento estudiantil como ajeno a la lucha de clases, o compuesto solamente por sectores burgueses o pequeñoburgueses.
 Las importantes muestras de movilización y combatividad popular vistas en estos últimos 5 meses sin duda que dan cuenta de lo contrario. Son manifestación de la lucha de clases y no cualquier manifestación puesto que principalmente manifiestan la reproducción de las relaciones sociales en nuestro país mediante la ideología y la preparación para el puesto en el sistema productivo. Es mediante la educación cómo los hijos de los explotados se les introduce la falsa conciencia de seguir siendo explotados y los hijos de los burgueses son preparados para seguir siendo burgueses. Al mismo tiempo la educación es un factor vital dentro de la lucha de clases debido a la transversalidad del sector; existen colegios desde Putre hasta la Antártica. Es por eso que las demandas en este sector adquieren tanta masividad y extensión y amenazan al sistema a pesar de que no ataque directamente al sistema productivo.
Como nada es ajeno a la lucha de clases y a las distintas posiciones en el seno del pueblo y en el núcleo de la clase burguesa, ampliamente presente en las universidades tradicionales, en estos 5 meses hemos visto cómo la lucha de clases y sus distintas posiciones se desarrollan dentro del movimiento y cómo el carácter del Estado se manifiesta en cada una de sus declaraciones.
Sabemos que no se le pueden “pedir peras al olmo” y sin duda que este gobierno difícilmente dará una educación que represente el sentir de las masas populares, pero no por eso se debe caer en la inacción. En algunas ocasiones la dialéctica nos enseña que el fracaso es un triunfo y en esta movilización se debe tener bien claro cuál sería un triunfo.
Una de las demandas principales que se ha escuchado en estas movilizaciones es la de establecer una educación sin fines de lucro, esto haría, en la práctica, desaparecer los establecimientos particulares subvencionados y los particulares, salvo que tuvieran fines filantrópicos, con esto los establecimientos educacionales deberían pasar a estar en manos del Estado. Sin duda que eso es un avance, señalando claramente que estatismo no es lo mismo que socialismo como algunos en la izquierda siguen pensando. Menos aún cuando el carácter del Estado chileno representa claramente a los grandes burgueses y a los imperialistas. Pero la reproducción de la lucha de clases, principalmente con la formación de verdaderos guetos, se vería fuertemente afectada. Es por eso que la respuesta ha sido que Chile no está posibilitado para alcanzar la meta de una educación gratuita y que ésta de ser posible se financiaría con los impuestos de los más pobres. Sí estaría dispuesto el Estado a dar una beca que financie la educación del 40 % de la población más pobre, manteniendo su rol de subsidiario y contenedor de la lucha de clases.
Seamos claros, una educación popular, de calidad y que no reproduzca las diferencias de clases solo puede ser alcanzada por un Estado al servicio del pueblo y que tienda a la desaparición de las clases sociales (el comunismo) y por ende a la misma desaparición de ese Estado. Y para esto no solo se necesitan marchas masivas con globos multicolores, se necesita una revolución (cuestión que no estamos viviendo como erróneamente piensa Punto Final) de carácter socialista y de eso estamos aún alejados puesto que a pesar de que este movimiento represente un fuerte avance en la lucha de masas el nivel de organización sigue siendo embrionario, moviéndonos más por lo espontáneo que por lo consciente. Ahí está el llamado a todos los que quieran cambiar está realidad de miseria y explotación, a transformar lo espontáneo en conciencia. A pasar de la violencia espontánea a la violencia revolucionaria.
Ese es el peligro que el Estado ve en las movilizaciones y en la criminalización de los sectores más consientes. Se ha intentado apagar la chispa con el adelantamiento de las vacaciones de invierno, con la amenaza de despidos de los trabajadores de la educación para ponerlos en contra de los estudiantes; se ha intentado implementar el programa “salvemos el año escolar” lo que ha tenido como respuesta la no inscripción de miles de secundarios; las amenazas del chanco de Providencia que tuvo como respuesta el fortalecimiento de la unidad entre padres y apoderados y la legitimidad de la radicalización de la lucha de los colegios de esa comuna. Y finalmente el envío del proyecto de esta verdadera nueva ley maldita que criminaliza las tomas, complaciente nuevamente con los intereses del imperialismo que ya comienza ver con resquemor el movimiento chileno al ser un ejemplo para números jóvenes populares del mundo.
Las formas y los medios que ha adoptado esta movilización no son lo principal, como algunos creen, pero sí es un reflejo de las diferentes tácticas dentro del movimiento popular. Así por ejemplo, algunos hacen un llamado a una Asamblea Constituyente, siguiendo las tesis posmodernas de Gabriel Salazar, no sabiendo que en la Constitución existente ya se garantiza la ilegalidad al lucro o que en otros países como Colombia se han realizado experiencias similares sin ningún tipo de beneficio real para el pueblo, no comprendiendo que lo que se diga en la Constitución es letra muerta si no va acompañada de un proceso revolucionario, “salvo el poder todo es ilusión” se dijo por ahí. En concordancia con esto el Colegio de Profesores (verdadero entrometido en estas movilizaciones puesto que los profes no se han movilizado para nada y en muchas ocasiones ni siquiera han apoyado a los secundarios en lucha, quienes son los verdaderos ejemplos de lucha de estos meses) hace un llamado a un Plebiscito Nacional para “saludar a la bandera” y buscar algo de legitimidad que le permita seguir en las mesas de negociación y en las pantallas de TV, cuando en verdad deberían ser los secundarios que han transformado sus colegios y liceos en verdaderas trincheras de combate quienes deberían liderar el movimiento. La coordinación entre los cacerolazos de los sectores medios, las protestas populares en las cordones de fuego de las periferias de Santiago y otras ciudades, los apoderados, los trabajadores de la educación y los estudiantes secundarios y de educación superior como también del resto de los sectores explotados, en especial de los trabajadores, requiere necesariamente el avance en la construcción de un Partido de nuevo tipo, y en eso, a pesar de pequeños avances, seguimos estando en pañales. Y a pesar de que en los liceos se tenga claridad de que “la revolución no se escribe con “J””, sigue teniendo fuerte presencia la idea de que el “pueblo unido avanza sin partido”.