Desde
siempre las mujeres hemos estado a lo largo de la historia a la cabeza de las
luchas sociales y El 8 de marzo es un
día de visibilización de la lucha por la liberación de las mujeres. Pero cada
día, de manera ‘invisible’, las mujeres luchamos para conseguir nuestra
emancipación. Ya sea dentro de los sindicatos o grupos políticos, dentro de los
colectivos o con la lucha diaria de trabajar y llegar a fin de mes, las mujeres
tenemos un papel activo esencial en la transformación social.
En las
últimas semanas hemos visto en repetidas ocasiones imágenes de mujeres en las
protestas en Palestina y así también las vimos durante los últimos años en las
luchas de los países árabes. Ellas son de esos países a los que el mundo
occidental quiere invadir para liberarlas. Pero no se cansan de decir que las
únicas que se liberarán son ellas mismas.
El lema
ya clásico “sin las mujeres no habrá revolución” se ha ido repitiendo a lo
largo de la historia en las que la lucha por los derechos sociales de la clase
trabajadora ha ido de la mano de la lucha por la liberación de la mujer. En los
momentos en los que los pueblos se han levantado en contra de la tiranía y el
capitalismo, nosotras hemos sido protagonistas de los movimientos de
emancipación. Sin embargo, en nuestra sociedad sigue perpetuándose la imagen de
la mujer pasiva y las experiencias siguen siendo dominadas por la mirada
patriarcal.
Contamos
con varios ejemplos históricos en los que hemos visto que cuando las mujeres participamos
en las revoluciones, la lucha codo a codo con nuestros compañeros de clase hace
crecer la conciencia. Sin embargo, esto no es un proceso automático. Por esta
razón, nuestra participación en las revueltas es fundamental para conseguir
nuestra liberación.
Parte de ese proceso es colectivizar los temas
que suelen ser señalados como “femeninos” y en el ultimo tiempo en nuestro país
se ha dado la discusión acerca del aborto pero esto no ha llegado a nuestros
espacios de participación.
A pesar de aquello, de forma casi automática se
asume entre los organizados, que estamos de acuerdo con el aborto como un
derecho propio que debiera tener cualquier mujer. Sin embargo hay una discusión
mas profunda que no se ve a simple vista y es la participación de las mujeres y
como repercuten las tareas que desempeñamos además de ser organizadas, en esta
participación.
Mientras los conservadores levantan sin reparo
las banderas “Pro Vida” y “Pro Familia” cuando el cuidado de estos niños y
niñas que nacerán seguirá estando al cuidado de mujeres doblemente oprimidas. Conciliar
hoy la responsabilidad de la lucha por un futuro justo y la maternidad es un
desafío permanente en donde generalmente la mujer se enfrenta sola a una
multiplicidad de dificultades que se presentan objetiva y subjetivamente.
Los horarios laborales que padece nuestra clase,
las labores domesticas, la crianza de los hijos (que si no las cumple la madre,
las realizan otras mujeres como las abuelas, parvularias, amigas, etc.), y las
exigencia de la organización en donde, según la percepción de las compañeras;
se menosprecian las otras obligaciones femeninas como si la relevancia de criar
a otro ser humano fuese menos trabajosa.
No serán los poderosos quienes financien su
educación, alimentación, abrigo, vivienda, Salud, tiempo de calidad ni menos un futuro prospero
y lleno de oportunidades. Al contrario, son los poderosos los encargados de
perpetuar la vida de explotación que
heredarán de sus padres.
Además se debe luchar en reiteradas ocasiones
contra “el deber ser” buena madre que cataloga a quienes deciden construir una maternidad
distinta como malas madres y por tanto cargan con un juicio social totalmente
asumido como legitimo incluso por los mas cercanos.
La apuesta es re inventarnos como hombres y
mujeres que queremos los cambios estructurales tan urgentes y necesarios, como
hombres y mujeres del nuevo tipo. El llamado es a construir en colectivo
familias distintas que se transformen en bastiones de lucha ante este sistema
que pareciera no dejar alternativas para re armarnos como sociedad.
La invitación es a “criar libremente” equiparando
la tarea y de esta forma permitir en términos concretos que las compañeras que se
abran paso para continuar luchando. Y que ninguna más se quede atrapada entre los muros de su casa con sus
convicciones intactas.
ANTE LA
DOBLE OPRESION,
DOBLEMENTE
REVOLUCIONARIAS