lunes, 14 de noviembre de 2011

Rescate y caída de Marco Ariel Antonioletti. A la denuncia de los oportunistas de hoy y ayer.



         Hoy 14 de noviembre, se cumplen 21 años del rescate del joven combatiente Marco Ariel Antonioletti (de 21 años) desde el Hospital Sotero del Río en Puente Alto. Este militante del Movimiento Juvenil Lautaro (MJL) que había sido dirigente de la Federación de Estudiantes Secundarios (FESES) a partir del liderazgo demostrado en el Liceo Gabriela Mistral (A-15 de Independencia). Ingresó al Lautaro a mediados de 1986 mediante la estructura secundaria de éste. Uno de sus compañeros de liceo lo recuerda como “el weichafe más lindo y genuino que tuve la oportunidad de conocer y que lamentablemente asesinaron en democracia. Era buen alumno, alegre, súper corto de vista”[1].
Fue apresado por la CNI a fines de 1989 en la ciudad de Coquimbo. Por esa fecha la CNI, meses antes de desaparecer, llevó a cabo un fuerte golpe contra el Lautaro (12 detenciones) que hasta el momento no había recibido grandes bajas en su accionar irreverente y subversivo.
            Como decíamos, el 26 de octubre de 1989 fue interceptado Antonioletti en el puerto de Coquimbo (donde había pasado a formar parte del Regional La Serena-Coquimbo) por una camioneta en la que iban 4 civiles armados. Fue torturado salvajemente en el sitio conocido como La Pampilla, desde donde lo conducen a Santiago, donde Carabineros lo continua interrogando y torturando. Producto de estas torturas es que le provocaron un desprendimiento de retina en su ojo, por lo cual debió recibir recurrentemente asistencia médica. Tras un año de estar en la desaparecida Cárcel Pública las visitas semanales rutinarias al servicio de oftalmología siguieron siendo necesarias, por eso una camioneta de Gendarmería con 5 ocupantes lo había llevado en la tarde de ese miércoles 14 de noviembre al Sótero.
Ante esta situación el MJL realizó una de sus acciones más simbólicas e históricas (junto a las recuperaciones en las farmacias y las posteriores distribuciones de condones entre las ardientes masas juveniles) cuando decidió abrirse paso en medio de la atención médica que recibía Antonioletti, a eso de las 14:45 horas, se desplegaron numerosos cuadros del Lautaro que planificadamente lograron reducir a los funcionarios en el Hospital. Sin embargo, carabineros presentes en el lugar se resistieron a la reducción y se inició un enfrentamiento en que cayeron abatidos 4 gendarmes y un carabinero.
Cuando el grupo de lautaristas se retiraba dando cumplimiento a esta acción de recuperación humana una valiente combatiente lautarista es herida en un balazo como acostumbran a dar los perros de la ley, por la espalda. Marcela Rodríguez igual logra abordar uno de los automóviles, pero la precariedad de la infraestructura logística obligó a sus compañeros a abandonarla para que pudiera recibir asistencia médica y salvar su vida.
Algunos dicen que ella era la única persona que conocía el lugar exacto donde se encontraba la casa de seguridad donde se refugiaría Antonioletti, por lo que no pudieron llevarla allí. Sin embargo, también es probable que otros lautaristas hayan conocido el lugar pero como sabían que Marcela sería apresada y sometida a torturas era probable que lograran quebrarla y pusiera en peligro en lugar; por todo esto es que en definitiva el refugio debió ser improvisado, por lo que la operación no pudo ser asegurada.
Marco Ariel Antonioletti termina “refugiándose” en la casa de Juan Carvajal (en la fotografía de la derecha), quien era el esposo de una prima de un militante del MJL y periodista acérrimo concertacionista (trabajaba en Fortín Mapocho en esos días, pero tras esta operación seróa premiado contratándolo en la Secretaría General de Gobierno). En principios este tipo se niega a recibir a Marco, pero lamentablemente termina aceptando. Por qué decimos esto. Porque de inmediato se contacta con su amigo Ricardo Solari (camaradas del PS) quien informa directamente a Belisario Velasco (subsecretario de Interior de esos días) y delata lo que ocurre. En la noche del día siguiente (15 de noviembre) un fuerte cerco policial se deja caer sobre la Villa Japón, pasada la media noche cae asesinado a quemaropa por las fuerzas de la policía de Investigaciones (según los peritajes, todas las balas halladas en el lugar provienen desde el exterior). No existió enfrentamiento alguno, la única herida fue la mortal, por lo que el certero disparo en la frente de Marco debe haber sido provocado mientras dormía.
A la luz de los años podemos juzgar sin grandes reflexiones que la operación fue un fracaso. No en el aspecto práctico de la acción sino en el del aseguramiento. Factor no menos vital puesto que provocó que el accionar, la caída de Marcela y toda la planificación no sirviera para nada puesto que se le entregó el rescatado nuevamente a los custodios devenidos en asesinos. Sin embargo, la acción del rescate marcó el asenso de las acciones combativas del MJL y el símbolo de que había un puñado de cabros rebeldes que no se tragaban eso de la llegada de la “democracia”. Pero al mismo tiempo marcó el recrudecimiento de la reacción antipopular que hasta el día de hoy tiene imborrables recuerdos como la “masacre de Apoquindo”.
Para justificar la acción Gabriel Valdés, el demócrata por excelencia, el finado príncipe DC, señaló a la prensa de la época estas humanitas y cristianas palabras: “el que a hierro mata, a hierro muere”. Es hora que el pueblo las comprenda y el caso de Marco Antonioletti no olvida de que la política es una extensión de la guerra por otros medios y que en la actual sociedad la historia se desenvuelve en una violenta lucha de clases.

A 21 años de la caída de Marco Ariel Antonioletti su recuerdo se hace carne en toda la nueva camada de jóvenes combatientes que no se tragan esta falsa democracia ni sus libertades de cartón. 


[1] Germán Carrasco, «A tomarse Providencia», en Revista Punto Final, año 46, nº 745, edición del 28 de octubre al 10 de noviembre de 2011, p. 11.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

mentira al antonioletti lo abandonaron a su suerte sus mismos compañeros.Creen que uno es weon

Anónimo dijo...

fue compañero de curso en el Liceo y era una persona bastante amable y grata con quien conversar

Anónimo dijo...

A este loquillo, sus propios compañeros de armas lo abandonaron a su suerte.
Por traidores como esos, el mundo está como está.