Por otro lado los
“estados – nación”, ya no tienen el poder de antaños, mas bien son los
gobiernos corporativos de las empresas transnacionales los que en realidad
dirigen el sistema económico y por ende el político.
Cuando el autor
nos menciona que “el futuro de la política era oscuro, pero su crisis al
finalizar el siglo XX era patente”, nos
adelanta la actual crisis moral y de representatividad que vive la política en el
mundo en términos generales y en Chile en lo particular, el ciudadano de a pie,
ya no confía en un sistema altamente deslegitimado, en sus instituciones y sus
respectivos representantes, la no participación, una particularidad de la democracia moderna, fue
diseñada por los ideólogos del control social aplicada a través de las políticas
públicas y en particular de las políticas sociales en las sociedades de
mercado.
La crisis moral,
no solo de la política, sino del conjunto de la sociedad, el establecimiento del reino de los antivalores, la envidia, la
codicia, el arribismo, son producto de la sociedad de mercado. Con el triunfo
económico del modelo, también y de forma conciente a través de los medios de comunicación
de masas principalmente, pero también a través
de la educación, la cultura se fue moldeando un sujeto particular de la
sociedad de la cual somos parte, un sujeto/objeto cargado de antivalores y que
está a millares del hombre del renacimiento, o del hombre nuevo de los 60, el
ejemplo solidario de la clase trabajadora de los años 20 en las minas del salitre, del 50 en los
conventillos, de los años 70 en las tomas de terreno, ha sido olvidada por las nuevas generaciones y
echada al tacho de la basura por los ideólogos del modelo.
Este siglo
dominado por la “barbarie” ha producido hambrunas para millones de seres
humanos en distintos continentes del globo. La desigualdad en la distribución de la
ganancia producida a través de la plusvalía, ha hecho acrecentar los índices de
desigualdad entre quienes lo tienen todo y quienes ni siquiera logran
sobrevivir, la pobreza en el caso latinoamericano por ejemplo nos demuestra que en el 2010 el índice de
pobreza se situó en un 31,4%, incluido un 12,3% de personas en condiciones de
pobreza extrema o indigencia. En términos absolutos, estas cifras equivalen a
177 millones de personas pobres, de las cuales 70 millones eran indigentes.
Estas cifras entregadas por organizaciones conservadoras, demuestran lo
profundo del problema, ya que de acuerdo a otros estudios esta cifra porcentual
alcanzaría a más del 63% de pobreza en la región, alrededor de 400 millones de
personas, una muestra imborrable de que el sistema capitalista no beneficia a
las grandes mayorías populares y muy por el contrario las sume en la miseria y
la marginación.
Es un hecho ampliamente difundido que la distribución de
los ingresos en los países de América Latina es una de las más inequitativas
del mundo. Además, durante la década de 1990 y hasta principios de la década de
2000, la desigualdad en la región se caracterizó ya sea por una marcada rigidez
o por una tendencia al alza.
Las cifras y datos duros van demostrando que pobreza, la
desigualdad, el desempleo femenino y juvenil son parte de los males que nos hace
padecer el sistema capitalista bestial; la contradicción capital/trabajo en
nuestro continente se hace cada día mas evidente.
Si hasta hace
pocos años el autor nos hablaba del fin del eurocentrismo, que no tan solo en
el plano económico se evidencia, en lo ideológico también se rompieron cadenas que se mantenían atadas con una mirada
más europea de la sociedad; dentro del marxismo por ejemplo, autores como
Mariátegui, Guevara, y otros, abiertamente declaraban que el socialismo debía
ser “creación propia” y no “calco ni copia”, en completa alusión a romper con
la tradición Europea. Luego Estado Unidos se instaló como dominador absoluto o mejor
dicho con muy pocos rivales en términos geopolíticos. En el presente asistimos
al fin de la dominación unipolar de Estados Unidos, en manos de la China ya no de Mao, sino la liderada por la fracción
mÁs capitalista dentro del Partido Comunista de ese país, asistimos al nacimiento
declarado de un nuevo tipo de imperialismo.
Este nuevo
escenario en que la sensación es la de “un mundo en el que no solo no sabemos
adonde nos dirigimos, sino tampoco adonde deberíamos dirigirnos”, es quizás si
repasamos la historia de la humanidad en el siglo recién pasado, puede ser el gran triunfo del actual sistema,
desalojar un punto al cual dirigirnos como sociedad, eliminar la opción de un
nuevo proyecto de sociedad centrada en los sujetos como actores relevantes y no la acumulación, es borrar toda posibilidad de sobrevivencia
como especie.
La no permanente re
construcción/construcción de la historia por parte de los “ciudadanos”,
enajenados y no constituidos como sujetos ha conformado una masa que al perecer
luego de un “silencio bastante parecido a estupidez”, comienza a despertarse,
fenómenos como los obreros en Irak peleando contra la invasión, indignados por toda Europa, los campesinos en
Colombia, los palestinos contra Israel, los indigenistas en Latinoamérica, los medio
ambientalistas, los estudiantes, los que luchan por sus derechos salud,
vivienda, trabajo, educación, están despertando a escala global.
Pero cuidado...
como conocemos la historia, debemos prepararnos para la guerra de depredación
que el sistema capitalista bestial tendrá que librar para sobrevivir a este
despertar de las mayorías.
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