El semanario Cambio 21 es el medio de prensa por el cual se difunde la visión y expectativas de la agonizante Concertación de Partidos por la Democracia, coalición política creada a finales del régimen militar con el objetivo de liderar la transición hacia un régimen democrático “protegido” y con fuerte matiz institucional autoritario.
Uno de los principales objetivos de este periódico, es el reposicionamiento de esta coalición dentro del escenario político nacional, haciendo frente a los malos resultados en las diferentes encuestas (CEP, ADIMARK, CERC) que constantemente demuestran el descenso en la popularidad y apoyo ciudadano a este traidor sector de la política burguesa chilena[1].
En este sentido, no es extraño ver semana a semana en este pasquín, como se presentan extensas entrevistas a los personeros más emblemáticos de este sector (Andrés Zaldívar, Ricardo Lagos Weber, Carolina Tohá, etc.), manifestando visiones añejas que rememoran la fortaleza de su pasado hegemónico noventero, junto a las recurrentes autocríticas oportunistas por haber hecho poco o nada por los sectores populares durante los más de veinte años que tuvieron las riendas del gobierno en sus manos.
Un claro ejemplo del punto anterior, es el artículo “El día en que llegó la alegría”, publicado en la semana del 21 al 27 de septiembre de 2011, en el que se relata el proceso de gesta de la campaña del NO, cuando el 5 de octubre de 1988 logra la victoria en el plebiscito que puso fin a la tiranía de Pinochet. Presenta un fuerte foco en la campaña televisiva planteando que su gran aporte a la transición fue el de servir para que todos los chilenos se sintieran involucrados en el mismo proceso, ya que pudo ser vista en todo el territorio nacional, cosa que no lograban las concentraciones ni las manifestaciones marginadas de los medios de comunicación controlados por la dictadura. Claramente este artículo presenta un marcado perfil apologético hacia los militantes concertacionista que participaron y gestionaron dicho espacio, pero no muestra el lado oscuro de los ex partidos políticos de izquierda (el PS y el partido instrumental PPD) de la época cuando a puertas cerradas transaban sus propuestas (fin a la Constitución, fin a la UF, fin al sistema binominal, etc.) con autoridades del régimen militar y gustosamente se hacían cargo de montar aparatos de inteligencias que suplantaban a la DINA y la CNI.
Paralelamente, se muestran entre sus artículos del bloque político y nacional constantes críticas hacia la gestión del gobierno piñerista, tanto como a la crisis o fracturas experimentadas durante el último periodo por el bloque oficialista RN-UDI. De igual forma y sobre todo en el bloque nacional, que en el último periodo ha estado marcado por el conflicto estudiantil, este semanario ha buscado insistentemente posicionar a los presidentes o voceros de los partidos políticos concertacionistas y a los presidentes de sus juventudes, como agentes defensores de los intereses estudiantiles. Realidad bastante extraña para muchos de los estudiantes organizados y populares, quienes desde hace algunas décadas hemos visto como estos mismos partidos y caudillos populistas lucharon incansablemente por bajar tomas y fragmentar la fuerza política de dicho movimiento social.
Desde las humilde páginas de Pueblo en lucha, debemos hacer patente estas intenciones amarillezcas y revisionistas por parte de la Concerta y de los partidos políticos que conforman la llamada izquierda parlamentaria chilena; debemos visibilizar nuestra rabia al no sentirnos identificados por sus líderes ni sus militantes, pero antes que todo, debemos tener claro que el tiempo de ellos ya pasó y que ha llegado un nuevo tiempo, en el que los sectores populares van ganando cada vez más conciencia de su condición y están tomando el poder en sus manos organizándose en sus territorios. Es esto lo que atemoriza a la clásica politiquería burguesa concertacionista, el miedo a perder el poder que mediante pactos silenciosos han alternado con la derecha durante toda la historia de nuestro país y que hoy pretenden retomar. Este es también el origen y el fin de Cambio 21.
¡¡¡CAMBIO 21, UNA PROPUESTA POLÍTICA PARA QUE TODO SIGA IGUAL!!!
[1] Señalamos como traidor a este conglomerado no porque haya traicionado a los sectores populares organizados ni a los más consientes del periodo, puesto que éstos nunca le creyeron, sino porque traicionaron a los sectores titubeantes que vieron que ella representaba a la “izquierda”. Mientras algunos como Gabriel Salazar reconoce que “celebramos a todo trapo la victoria del NO a Pinochet en el plebiscito, pero eso nos encegueció. Fue en medio de esa alegría que la Concertación nos traicionó” (El Ciudadano, nº 110, segunda quincena de septiembre 2011) otros —los revolucionarios— caían bajo el plomo de la Concerta puesto que no se tragaron su falsa democracia que a lo lejos se veía que era un gobierno de y para la burguesía y los imperialistas.
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