Qué
más se podía esperar, si son lo mismo quienes establecen lo que es legal y
quienes ejercen las leyes. Dos caras de la misma moneda que hace ya 25 años se
confabularon alrededor del río Tinguiririca para aplastar no a 2 jóvenes, sino
un proyecto, con sus errores y virtudes, pero que tenía las ansias de que ese
21 de octubre (con un levantamiento relámpago en cuatro poblados rurales del
país) se iniciaría un nuevo proceso para el campo popular, alejado del
revisionismo y de los cantos de sirena del “Chile: la alegría ya viene”.
Funerales de Raul Pellegrin |
Efectivamente,
como ellos lo previeron, la alegría no llegó y nosotros lo sabemos mejor que
ellos. No sólo eso, sino que aquellas anunciadas reestructuraciones de los
tribunales y de las Fuerzas Policiales para esconder sus manchas de sangre
jamás se produjeron y el que hoy martes 23 de julio de 2013 los tribunales de
“justicia” hayan absuelto a los ex pacos (Julio Verne Acosta, Carlos
Bezmalinovic, Juan Rivera y Walther Soto) acusados de asesinar a Raúl Pellegrín
y Cecilia Magni y de luego lanzarlos al río es una prueba más de lo que nos ha
ofrecido esta democracia de cartón en estas dos décadas.
Sin
duda que la batalla legal hay que darla por el juicio a los asesinos de los
combatientes del pueblo, pero se debe tener siempre claro que esas rejas y
mazmorras han sido creadas por los poderosos y para encarcelar al pueblo y que
solo en contadas ocasiones y por muy corto tiempo reciben la visita de algún explotador.
Tal
vez esto genere algo de impotencia en primera instancia, pero debemos saber que
no es ese el reconocimiento y el juicio que se le debe a quienes lucha por su
pueblo. Cada uno de los pobladores que supieron quien fue José Miguel, cada uno
de quienes conocieron la personalidad de Tamara ya sea en los cerros de
Valparaíso, la zona al sur de Rancagua o las escuelas de formación, supieron
darle el reconocido juicio popular que les cabe.
Cada
uno de los campesinos del Maule saben aún por la tradición que corre de boca en
boca que aquellos jóvenes no murieron por las aguas precordilleranas, sabían
que sus pasos siguen hoy las mismas sendas que ellos transitan una y otra vez,
mientras la senda democrática-electoral se truncó hace años, y que si bien es
cierto se quiso esconder su ejemplo de lucha arrojándolo a las aguas, sus
cuerpos ya hace rato se han hecho carne con el torrente de la historia que el
campo popular viene agitando violenta y profundamente.
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