A dos años que haya comenzado el movimiento estudiantil nuevamente las chispas han vuelto a encender al pueblo que lucha.
Muchos liceos y universidades han sido tomados y la herramienta de la organización ha dado frutos. Así en la Arcis, el rector se vio obligado a renunciar como los estudiantes lo exigían. En el Instituto nacional lo mismo y en otros espacios menos visibles pero igual de combativos ha habido resultados similares.
Ya no son solo los grandes temas en relación a la educación los que convocan. Sino también aquellos que aquejan a los protagonistas en su cotidianeidad como infraestructura, espacios de participación, gestión, y otros que inevitablemente repercuten en la educación que se imparte.
A pesar de los discursos y los esfuerzos por toda la clase política por instalar que el movimiento estudiantil ya estaba zanjado y que los paros, tomas y protestas estaban fuera de lugar, se demuestra in situ una vez más que es a través de estas manifestaciones que el pueblo consigue lo que es justo. Para que hablar del abuso policial y las justificaciones a estas acciones de parte del Gobierno que solo demuestran su intrínseco fascismo.
Falta mucho para que el tejido social en su conjunto se haga carne en esta demanda, pero poco a poco se deben dar señales de que hacia allá se avanza, y así cuando en un lugar determinado se de una pelea es todo el pueblo el que está luchando, que cada lucha es urgente y necesaria, que no existe tregua posible en la exigencia de las demandas , al contrario se requiere cada vez más fuerza y convicción para hacer de cada chispa una oportunidad para demostrar sin miedo el descontento de nuestra clase, la decisión de luchar y la convicción de ir hasta la victoria.
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