Desde los gobiernos
concertacionistas a partir del año 90, el Estado ha sido un instrumento más de las
campañas electorales pseudodemocráticas. Desde los propios gobernantes, ministros, SEREMIS y demás
autoridades han utilizado sus cargos, sus vehículos fiscales, incluso han
presionado a funcionarias y funcionarios para impulsar a uno u otro candidato y no solo
eso, han destinado recursos fiscales, o sea de todos los chilenos y chilenas
para lograr eternizarse en el poder
político.
El actual gobierno de Piñera no ha sido la excepción, a pesar
de sus discursos de probidad y nuevas practicas políticas, con la instalación
en el imaginario nacional de lo que se denomino la “nueva forma de gobernar”;
fue todo lo contrario, lo que hemos visto son ministros/candidatos
impulsando sus propias campañas, SEREMIS interviniendo en actividades locales
invitando a apoyar a los candidatos de la coalición, actividades disfrazadas
como diálogos ciudadanos conducidas desde la División de Organizaciones Sociales,
DOS; millones de dólares invertidos en campañas publicitarias dando cuenta de
los cumplimientos del actual gobierno, todos falsos desde luego, han sido la
práctica política concreta de la nueva forma de gobernar, una vieja forma
disfrazada con payasos más blanquitos, altos, rubios y con apellidos difíciles
de pronunciar.
Una orquestada estrategia de marketing político diseñada
desde palacio y preparada para mostrar, por ejemplo, la disminución de la pobreza,
para lo cual el despliegue de Piñera y Lavín fue un descaro más de los señores
del poder; comerciales en televisión donde el logo del gobierno busca instalar
una imagen en la población de presencia masiva, salidas a terrenos de
directores de servicio como en las ferias laborales o plazas ciudadanas, entre
otras actividades de intervención territorial, y por supuesto lo que no se ve,
diseños de planes, programas y proyectos en beneficio de uno u otro candidato,
distribuciones de cupos en programas de gobierno para sectores de la población
con la posibilidad de fidelizar su voto, a través de instituciones como SENCE,
dirigido por un operador político, millonario y vinculado a la violación de
los derechos humanos en la dictadura militar; PRODEMU bajo la conducción directa de la
Moneda a través de Morel; SERNAm con una ministra-candidata, entre otras, y
además otras acciones como las transferencias
económicas “bonos” con la idea de comprar conciencias, intervenciones de
ministros en actividades fuera de sus carteras, como la ministra Matthei
criticando a los jueces por los casos de las protestas estudiantiles; son parte del actual escenario político del
bloque dominante, pero que obviamente no por eso los organizados del campo
popular no debemos considerar.
Todo un circo levantado desde el gobierno y los partidos de
la coalición para apoyar a sus payasos en la próxima elección de fines de
octubre y por supuesto con la mira telescópica puesta en las próximas
presidenciales, pero los pobres del campo y la ciudad, no debemos caer en estar
artimañas del poder, al contrario, la tarea de denunciar las elecciones como
instrumento de dominación debiese ser una de las prioridades del periodo, develar
este juego maquiavélico de la súper-estructura de dominación ante las masas
es un deber político y moral, esto es parte de la apuesta política de Pueblo en
Lucha.
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